Hasta pronto mi amigo- hermano Cuco!
Hoy asistí, apesadumbrado, al funeral de Luis Marcelino Moreta -Cuco-, mi mejor y más estrecho amigo de la feliz infancia.
Nos criamos casa con casa, patio con patio, pared con pared; la candidez de la niñez nos arropó y pasó rápida por nuestro pintoresco barrio del “callejón cementerio”, nombre más conocido del trillo que nos servía de calle principal y única.
Misma edad (nací 32 días antes que él), mismos juegos, mismas utopías e ilusiones nos unía el amor al deporte, los sueños…la inocencia.
Recuerdo mi familia llevarme siempre a la iglesia evangélica; a Cuco, su madre, Colasita, lo llevaba a la iglesia católica, hasta que nos llegó la adolescencia y con ello los pensamientos y desiciones propias.
Luis, un ser súper especial, talentoso, disciplinado y metódico; con una determinación y voluntad de hierro, hacía bien todo lo que se proponía. Desde ser boyscout, músico, maestro, hasta convertirse en un brillante pastor de almas; un ministro cristiano de fama internacional, dueño de una poderosa oratoria y una convincente pedagogía para la fe cristiana.
La catastrófica enfermedad que lo afectó la enfrentó con tal estoicismo, gallardía, fe y convicción ideo-religiosa, dignos de emulación y de inclinarnos reverentes ante su ejemplar legado.
No puedo evitar que su partida física deje en mi, tristeza y vacío. A sus deudos, les deseo resignación y sentimientos de orgullo por el extraordinario familiar que han tenido. Hasta pronto mi amigo-hermano Cuco!

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