Titulares

En plana pandemia han entrado más de 87,000 haitianos por la frontera

 Santo Domingo, RD.-  Haití está viviendo gran­des momentos con el cada vez más intenso flujo mi­gratorio de sus ciudada­nos hacia República Do­minicana.

Legal e ilegal, su presen­cia masiva es evidente: sólo en el primer semes­tre de este año ingresaron 87,850 de sus ciudada­nos a través de los cuatro puestos fronterizos.


Hace casi dos meses, cien­tos de ellos fueron certifi­cados como ciudadanos dominicanos, millares reci­bieron residencias y estadía temporal, a miles les otor­garon visas en categorías clave, y una masa de indo­cumentados sigue entran­do en plena libertad por la quebrantada frontera.


Ante todo esto, la Dirección General de Migración sigue sin respuesta al problema y las calles están cada vez más cargadas de ilegales.


Desde enero hasta final de ju­nio de este año, el gobierno del expresidente Danilo Me­dina otorgó estatus de resi­dencia permanente a 3,537 haitianos, un estimado de 19 por día, y 11 días después de las elecciones repostó, en so­lo un decreto, con un paque­te de 750 certificados de na­cionalidad, dominando en la tabla de solicitantes de 86 países del mundo.


Mientras esta racha de ciu­dadanía, residencias y visas alcanza a cientos y miles, la incesante ola migratoria ilegal desde Haití sigue ex­tendiéndose sin control por todo el eje norte-sur de la resquebrajada línea fronte­riza de 376 kilómetros.


En el primer trimestre de es­te año, 7,901 extranjeros ca­lificaron para residencia do­minicana, liderando Haití con número de 2,695 apro­baciones. Le siguieron Ve­nezuela, 1,119; Estados Unidos, 713; China,403; Es­paña, 383; Italia, 344; Cuba, 328; Colombia, 263; Fran­cia, 216; México, 185; Ale­mania, 139, y Canadá 127.


Para el segundo trimestre abril-junio, de 2,923 resi­dencias aprobadas, los hai­tianos consiguieron 842, se­guidos por venezolanos, con 536; chinos, 221; españo­les, 155; italianos 132; esta­dounidenses, 113; cubanos, 122, y colombianos 121.


La mayor presencia mi­gratoria haitiana en Repú­blica Dominicana es for­zada por la situación de miseria que azota a ese empobrecido país, agrava­do por sus históricos con­flictos políticos y sociales, persecuciones y violacio­nes masivas de los dere­chos humanos. 

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